el síndrome del impostor

¿Y sí no fueras tan inteligente y capaz como crees?

Siete de cada diez personas en su carrera profesional a lo largo de su vida han sentido esa sensación, así que, no estas sólo.

Estamos hablando de un síndrome psicológico que no por ser bien conocido tiene menos incidencia, dudar de si mismo tiene su propio síndrome.

El síndrome del impostor

Tienes una carrera exitosa, un currículo de ensueño, una experiencia contrastada y una buen historia de éxitos, y sin embargo, piensas que todo se debe a un golpe de suerte y todo puede desaparecer de repente.

Este pensamiento es mucho más habitual de lo que nos podemos imaginar, concretamente 7 de cada 10 personas lo han sufrido alguna vez.

Afecta a grandes directivos, cantantes, escritores… Edmund Rostand fue incapaz de escribir tras el éxito de su Cyrano durante mucho tiempo.

Rostand y el miedo a no ser tan bueno

La historia de Rostand es clave para entender el síndrome del impostor, un escritor de un éxito notable, atrapado por la sensación de no ser capaz de volver a escribir algo igual, como si todo el éxito se debieran a las musas que ya no volverán.

Dicho de otra manera, terriblemente preocupado por no ser ese fantástico dramaturgo al que comparaban con Shakespeare.

Volviendo a nuestro tiempo y trasladando el caso de el autor del grandísimo Cyrano de Bergerac, la rumiación excesiva que provoca esta sensación de ser un farsante, es un camino directo hacía la ansiedad y la depresión.

Lo cierto es que este síndrome tiene una alta incidencia en profesiones donde existe mucha competencia. El estrés es uno de los detonantes principales, en algún momento simplemente te sientes desbordado.

Aunque en la gran mayoría de los casos se trata de una situación transitoria, existen casos en los que todo empeora.

Y es que es normal que ante nuevos retos, cambios de paradigma o situaciones de inestabilidad emocional, tengamos dudas. En ese momento, es fácil achacar nuestro éxito a la suerte y no a la inteligencia o al trabajo duro.

Más allá de un momento puntual, puede convertirse en un problema que maximiza nuestras inseguridades.

Pauline Clance madre del concepto por ejemplo, asegura haberlo sufrido cuando estaba en la escuela. Por suerte, Clance lo supero y además, nos dejo unos posibles detonantes:

  • Problemas familiares durante la infancia: Padres muy exitosos, presiones para sacar buenas notas o ser por ejemplo, la simpática mientras tu hermano es el listo.
  • Percepción del éxito, fracaso y competencia: Ser muy exigente consigo mismo nos lleva a una lista inalcanzable de tareas, al no terminarlas -porque humanamente no es posible-, sentimos fracaso e incompetencia.

En el caso de que esta sensación perdure durante más de tres meses, siempre es interesante consultar con un especialista ¿Conoces un psicólogo en Madrid?

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