síndrome de pica

Algo más que picar

Dentro de los trastornos alimentarios existe uno realmente curioso, sucede cuando el paciente ingiere «cosas» que no son alimentos.

Probablemente al escuchar esta descripción en tu mente aparezca una de estas dos imágenes:

Un parque, unos niños y unos suculentos pasteles de arena o quizás un pupitre y unos bolígrafos a cuyo capuchón le falta una buena parte.

Y es que, barro, capuchones o incluso uñas han formado parte de nuestra dieta a ciertas edades, de hecho, la edad es uno de los criterios fundamentales para diagnosticar este síndrome.

El paciente en cuestión debe tener más de dos años y llevar, al menos un mes, ingiriendo estás cosas tan poco nutritivas.

Lo cierto es que este comportamiento entra dentro de la normalidad antes de los dos años -incluso algo más tarde-, sin embargo, las complicaciones sobre todo gastrointestinales que pueden producir este tipo de comportamientos -sobre todo cuando se alargan en el tiempo- no son un juego de niños.

El trastorno de Pica

A pesar de todo, rara vez estas ingestiones provocan problemas en el individuo y no suele alterar el comportamiento social, eso sí, suele presentarse junto a otros trastornos, por ejemplo, suele ser relativamente frecuente en las personas que sufren trastorno del espectro autista.

Siempre que no existan complicaciones alimentarias, como algún tipo de difícil -en casos muy extremos-, el Pica, es tratado con técnicas de modificación conductual.

Al fin, siempre es importante consultar con un psicólogo especialista en trastornos alimentarios infantiles para salir de dudas.

Y es que, es importante recordar que aunque tengamos un buen abanico de diagnósticos, no todos los comportamientos son patológicos. Es decir, en la mayoría de los casos, ese ansía devoradora de capuchones que a muchos acompaña hasta la universidad, es culpa de la ansiedad, más que del trastorno de Pica.

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Alicia en el país de las marvillas

La vida vista.. desde la madriguera del conejo.

Un día estás en clase con todos tus compañeros y de repente, la cara de los profesores empiezan a alargarse y las paredes encogen, alejándose de ti.

No, no hablamos de un pasaje del cuento de Lewis Carrol, tampoco hay ningún tipo de conejo que mira su reloj obsesivamente mientras corre sin cesar. Sin embargo, los pacientes que padecen el síndrome de Alicia en el país de las maravillas se sienten caer en la misma madriguera de conejo que en el cuento.

El síndrome de Alicia en el país de las maravillas

El síndrome de Alicia en el país de las maravillas se caracteriza por una distorsión leve de la percepción corporal propia o del propio tamaño del cuerpo, de las formas de los objetos o incluso del mismo paso del tiempo.

En total existen hasta 40 distorsiones visuales distintas que suelen darse en este síndrome, cada una más extraordinaria.

Concretamente la distorsiones afectan a como se percibe el mundo que les rodea, su propio cuerpo o incluso el espacio que ocupa.

¿imaginas ver a tu pareja moviéndose a cámara lenta? ¿Qué pasaría si la persona con la que hablas le crece una mano en la cara?

El nombre del síndrome proviene precisamente de una alucinación bastante común en las personas con este trastorno, estás suelen ver como su cuerpo puede encogerse o hincharse ante sus propios ojos.

Lo más curioso es que hasta un 30% de los adolescentes cuenta alguna experiencia leve similar a las descritas, incluso , se tiene conocimiento de que algunos medicamentos para la tos, o algunas sustancias psicotrópicas, también pueden desencadenar alucinaciones similares.

Los estudios realizados no aportan un detonante claro, sin embargo, parece estar asociado por ejemplo a una manifestación de un síndrome neurodegenerativo, algunos tumores cerebrales o hasta con la enfermedad de las vacas locas.

En niños por ejemplo, se sabe que la causa más común esta relacionada con el virus Epstein-Barr, en los adultos, se suele asociar con migrañas.

En definitiva, nos queda mucho por conocer con exactitud que ocurre en el cerebro de los pacientes que sufren el trastorno de Alicia en el país de las maravillas.

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síndrome de anton

Síndrome de Anton: El ciego que ve.

Al empezar a estudiar este síndrome de Anton, no puedo evitar acordarme de un pasaje bíblico y de un señor llamado Lázaro. Lo más curioso de aquellos que sufren este síndrome es que perjuran que pueden ver, sufriendo ceguera cortical, Lazaros modernos.

Para ponernos en contexto, año 1899, estamos en la consulta de Gabriel Anton -un neuropsiquiatra austriaco-. En su hospital aparecen tres pacientes, el primero con ceguera cortical, el segundo con déficit auditivo y el tercero con hemiparesia del lado izquierdo.

Quizás, la primera pregunta, sería la razón por la que estas personas acaban en la consulta de un neuropsicólogo. En esta caso, no es sencillo de explicar, todos ellos presentaban una falta de conciencia sobre su déficit.

Explicado de manera más mundana, un ciego que dice ver, un sordo que dice escuchar y un tercero que no apreciaba ningún problema, a pesar, de tener daños importantes en parte de su cerebro.

Podría ser un buen principio para un chiste, de no tratarse una situación real. Josepth Babinski más tarde lo definiría como Anosognosia visual.

El síndrome de Antón

Es una enfermedad realmente extraña, en ella existe un perdida de consciencia de la patología, con una particularidad, esto sucede por que sustituyen con recuerdos aquello que no perciben.

En resumen, una persona con el síndrome de Anton afirmaría ver, aunque carezca totalmente de visión. Cuando tropezara con un mueble por ejemplo, nos diría que no hay suficiente luz, que alguien a cambiado de lugar el elemento o que, sus gafas por ejemplo, están sucias.

A nivel físico, estas personas suelen presentar lesiones en el lóbulo occipital, y el síndrome en sí, esta relacionado con una daños tanto en la corteza de asociación visual como en la corteza primaria.

El tratamiento, mas allá de las ayudas que a cualquier persona que padezca ceguera debe tener, incorpora una rehabilitación psicológica y social, que incluye, una gran involucración por parte de la familia más cercana.

El psicólogo en estos casos es fundamental, sobre todo, para la gestión del estado de animo de unos pacientes, que ven sin ver.

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ilusión de cristal

Tan frágil como el cristal

Con el paso del tiempo algunos síndromes importantes como la ilusión de cristal han ido desapareciendo de nuestras consultas, hasta tal punto, que hoy en día se ha convertido en un fenómeno realmente extraordinario, que sin embargo, tuvo una gran repercusión hasta el siglo XVIII.

Uno de nuestros autores en castellano más importante de todos los tiempos, Miguel de Cervantes, dejo fe de ello en una de sus obras publicada en 1613.

Sin embargo el relato que nos cuenta «El licenciado de Vidriera» en las «Novelas ejemplares» no es el caso más representativo, todo un rey, Carlos VI fue diagnosticado con este síndrome.

Carlos VI y la ilusión de cristal

Tal era la obsesión de este rey que se envolvía en sábanas sus nalgas para que no se quebrarán. En definitiva, aquellos que sufrían esta Ilusión de cristal, presentaban un cuadro de ansiedad grabe ante el peligro de que las personas se acercarán a sus «frágiles extremidades».

Con la llegada del siglo XX esta «ilusión» quedo en el olvido, sin embargo, existen algunos casos documentados. Entre ellos destaca, una mujer en escocia que pensaba que sus piernas eran de cristal o uno mucho más reciente, descrito por Andy Lameijn.

Lo cierto, es que para describir este síntoma nos tenemos que situar en la edad media, el vidrio transparente era algo nuevo, casi mágico. Y por tanto, podría provocar cierta suerte de delirios relacionados con estos materiales tan novedosos cuasi mágicos para la mentalidad de la época.

Además la fragilidad del mismo, la transparencia y sobre todo el espacio personal, pueden relacionarse con diversos tipos de ansiedades que siguen estando muy presentes en el mundo actual. No es tan extraño por tanto, que este síndrome aún perdure -pese a su escasa relevancia- hoy en día.

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síndrome de edipo

El efecto Pigmalión : Profecías que se autocumplen

El efecto Pigmalión nos habla de expectativas, concretamente de las que tienen sobre nosotros y como nos influyen. Y es que aquello que otros esperan de nosotros, termina influyendo en la forma en que nos comportamos.

Empecemos por el principio..

¿Quién era Pigmalión?

En la mitología Pigmalión era un escultor obsesionado con la belleza y la perfección, tanto, que estaba solamente dispuesto a casarse con la mujer que encarnara la perfección misma.

Así, visitaba el templo de la diosa Afrodita rogándole encontrar esa mujer tan hermosa, que pudiera considerarse perfecta.

Un día el escultor, tras la visita a la diosa, comenzó a esculpir en marfil la más hermosa mujer que jamás había visto, ni siquiera imaginado. Tan hermosa era la escultura que se enamora de ella.

La diosa conmovida con la petición de Pigmalión -como en el cuento de Pinocho unos siglos después- doto de vida a la figura de marfil. Una noche, mientras Pigmalión abrazaba a Galatea -que así nombro a la figura- noto como de repente su piel se volvía suave, tersa y tenía temperatura.

El efecto Pigmalión

En pedagogía y psicología hablamos del efecto Pigmalión, es decir, la influencia que tienen nuestras expectativas sobre el rendimiento de otro.

Uno de los ejemplos más estudiados se da en el ámbito de la educación, se ha comprobado que las previsiones que un profesor tiene sobre un alumno, son proporcionales a los resultados finales del mismo.

Sin embargo, sucede igualmente con las expectativas que tenemos sobre nosotros mismos, estas, tienen influencia sobre todo aquello que llegamos a conseguir.

En ambos casos, funciona en ambos sentidos, llevado a la práctica, si un profesor piensa que un alumno no va a conseguir superar el curso, como norma general se cumple. Sucede lo mismo, si en dirección contraria, si piensa que un alumno va a ser sobresaliente, generalmente, no suele decepcionarse.

Técnicamente cuando hablamos de un efecto negativo, hablamos de Pigmalión negativo o Golem, un termino mitológico medieval, que alude a un ser de barro al que se le insufla vida, precisamente por su efecto sobre la autoestima.

Cuando el efecto es positivo, simplemente hablamos de Pigmalión positivo o efecto Pigmalión propiamente dicho.

Este efecto fue ampliamente estudiado por Rosenthal y Jacobson en el marco de su profecía autorrealizada. En ella se estudiaban los aspectos motivacionales que le influyen los resultados de los alumnos en el aula.

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complejo de Aquiles

El complejo de Aquiles: Un talón, una flecha y un complejo.

Hay que reconocer que la psicología ha encontrado una gran fuente de inspiración en la mitología griega, el complejo de Aquiles es otro ejemplo más. Sin ánimo de avanzar nada, no tiene nada que ver son su talón.

Homero nos presenta a Aquiles en la Ilíada, su figura esta altamente ligada a su papel en la guerra de Troya, aunque su historia, comienza mucho antes.

Aquiles era hijo de un rey mortal y de una ninfa Tetis. Zeus y Poseidón se disputaron la mano de Tetis, hasta que una profecía se cruzo en su camino. La profecía decía que el hijo de Tetis sería más grande que su padre, así que, ambos dioses olímpicos, se retiraron de la competición.

Sería en su lugar Peleo rey de los mirmidones al norte de Tesalia, quien finalmente conquisto a la ninfa, y juntos engendraron a Aquiles. Al nacer, su madre Tetis intento hacerlo inmortal, para ello lo sumergió en la laguna Estigia, olvidando por azar, mojar el talón por el que sujetaba al recién nacido.

Criado como un héroe ,vino a morir como tal cuando una flecha envenenada, atravesó la única parte de su cuerpo vulnerable, el talón por el que le sujetaba Tetis mientras sumergía el resto de su cuerpo.

De esta historia viene la expresión de «talón de Aquiles», refiriéndose a nuestra debilidad más oculta, esto si que tiene relación con el complejo.

El complejo de Aquiles

El complejo de Aquiles hace referencia al intento que hace quien lo padece, por ocultar su debilidad aparentando invulnerabilidad.

Este deseo tan profundo por aparentar para ocultar nuestros miedos, hace que quienes lo padecen, tengan problemas de autoestima, que no son fácilmente visibles, ansiedad y a veces, otro tipo de desordenes importantes.

Conocer nuestros límites o mostrar nuestras carencias no nos hace más frágiles, sólo conociéndolas podemos trabajar para fortalecernos, todo ello, sin contar con el gran esfuerzo mental, que conlleva vivir en una permanente mentira.

Si crees que tienes alguno de estos síntomas, siempre es importante consultar con un profesional de la psicología.

titan cronos

El Síndrome de Cronos o la soledad de la cima del mundo

Uno de los cuadros que siempre me han llamado la atención cuando visito el museo del prado, es de Francisco de Goya. En él se representa a un hombre de gran tamaño devorando a su hijo, el nombre de este titán mitológico, es Saturno para los romanos, o Cronos para los griegos.

Cronos era el hijo del cielo y la tierra -Urano y Gea-, un titán que acabo siendo el primer gran gobernante al destronar a todos sus hermanos.

Según la mitología griega Cronos se caso con su hermana Rea, aunque lo más curioso de esta historia, se encuentra en su prole. Cronos era conocedor de una profecía que decía que uno de sus hijos conseguiría destronarlo, así que, uno por uno, devoraba a todos los hijos que tenía con Rea.

Rea cansada de que devoraran a sus hijos trazo un plan, se marcho a la isla de Creta para dar a luz a su último hijo, Zeus, pero no lo entrego a Cronos, en su lugar, le dio una piedra envuelta en pañales.

Y así, años más tarde Zeus cumpliría la profecía, destruiría a Cronos mandándolo en mil pedazos a lo más profundo del tártaro, liberando así a sus hermanos.

Ese fue el nacimiento de los dioses olímpicos, que se repartieron el mundo Poseidón el mar, Hades el inframundo y Zeus por encima de todos.

El impresionante cuadro de Goya en el prado, es una imagen perfecta de Cronos, viejo, cansado, sumido en su propia locura tratando de ganar una batalla implacable al tiempo.

El Síndrome de Cronos

El síndrome de Cronos utilizando una analogía con el titán, nos habla de ese miedo patológico que tiene quien lo sufre, al sentir amenazada su posición de poder, evitando promover a sus subalternos por temor a que lo desplacen.

La parte más curiosa de este síndrome es la referente a la expresión emocional, que trata de ser controlada al exceso, con el objetivo de no mostrar debilidad alguna.

El estrés producido por la situación, termina por generar graves perjuicios para quien lo sufre, terminando muy frecuentemente en ataques de ansiedad.

En cualquier caso, las situaciones que tenemos en nuestro trabajo, pueden llegar a afectarnos en nuestra vida personal, iniciando un ciclo audestructivo.

Por eso, es muy recomendable consultar con un psicólogo cuando creas que tienes estos síntomas.