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Síndrome de Medea

Hoy vamos a hablar de el Síndrome de Medea, cultura clásica y misticismo en una gran epopeya. Una gran historia, eso sí, con un trágico final.

Jasón y los Argonautas es una de las epopeyas más grandes jamás contadas. En ella se relata la búsqueda del vellocino de oro por parte de nuestro héroe, requisito fundamental para ser readmitido en su patria.

Medea es sin duda un personaje fundamental, mitad hechicera y mitad mujer despechada, ayuda a cumplir los objetivos planteados para Jasón, y tras finalizar la epopeya se casa con nuestro heróe.

Sin embargo, la historia de Medea cuenta con un reverso tenebroso, justo cuando se supone que llegaría el famoso descanso del héroe, y tras haber formado una familia con Medea hijos incluidos, Jasón decide repudiarla y pedir la mano de Creusa.

Humillada y celosa por la perdida de su marido a manos de la hija del rey de Corinto, los peores instintos de Medea salen a la superficie.

El mito y el síndrome de Medea

Es en este momento, cuando cegada antepone la venganza a su marido a sus propios hijos, sacrificándolos.

Existen de dos racionalizaciones de la actitud de Medea.

La primera dice que intento cortar toda tipo de vinculo con Jason en un ataque de locura. La segunda sugiere que simplemente buscaba hacer el mayor daño posible.

A día de hoy y basándose en el mito, se habla del síndrome de Medea cuando un progenitor se propone hacer daño a su progenie. El daño puede ser físico o fisiológico, lo importante es el motivo, castiga un comportamiento del otro progenitor que considera injusto.

Este síndrome tiene la particularidad de que no tiene genero, es decir, puede ser ejercido por ambos progenitores. Lo importante, es la función de este daño a sus hijos, una suerte de castigo al progenitor.

ilusión de cristal

Tan frágil como el cristal

Con el paso del tiempo algunos síndromes importantes como la ilusión de cristal han ido desapareciendo de nuestras consultas, hasta tal punto, que hoy en día se ha convertido en un fenómeno realmente extraordinario, que sin embargo, tuvo una gran repercusión hasta el siglo XVIII.

Uno de nuestros autores en castellano más importante de todos los tiempos, Miguel de Cervantes, dejo fe de ello en una de sus obras publicada en 1613.

Sin embargo el relato que nos cuenta «El licenciado de Vidriera» en las «Novelas ejemplares» no es el caso más representativo, todo un rey, Carlos VI fue diagnosticado con este síndrome.

Carlos VI y la ilusión de cristal

Tal era la obsesión de este rey que se envolvía en sábanas sus nalgas para que no se quebrarán. En definitiva, aquellos que sufrían esta Ilusión de cristal, presentaban un cuadro de ansiedad grabe ante el peligro de que las personas se acercarán a sus «frágiles extremidades».

Con la llegada del siglo XX esta «ilusión» quedo en el olvido, sin embargo, existen algunos casos documentados. Entre ellos destaca, una mujer en escocia que pensaba que sus piernas eran de cristal o uno mucho más reciente, descrito por Andy Lameijn.

Lo cierto, es que para describir este síntoma nos tenemos que situar en la edad media, el vidrio transparente era algo nuevo, casi mágico. Y por tanto, podría provocar cierta suerte de delirios relacionados con estos materiales tan novedosos cuasi mágicos para la mentalidad de la época.

Además la fragilidad del mismo, la transparencia y sobre todo el espacio personal, pueden relacionarse con diversos tipos de ansiedades que siguen estando muy presentes en el mundo actual. No es tan extraño por tanto, que este síndrome aún perdure -pese a su escasa relevancia- hoy en día.

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