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Síndrome de Medea

Hoy vamos a hablar de el Síndrome de Medea, cultura clásica y misticismo en una gran epopeya. Una gran historia, eso sí, con un trágico final.

Jasón y los Argonautas es una de las epopeyas más grandes jamás contadas. En ella se relata la búsqueda del vellocino de oro por parte de nuestro héroe, requisito fundamental para ser readmitido en su patria.

Medea es sin duda un personaje fundamental, mitad hechicera y mitad mujer despechada, ayuda a cumplir los objetivos planteados para Jasón, y tras finalizar la epopeya se casa con nuestro heróe.

Sin embargo, la historia de Medea cuenta con un reverso tenebroso, justo cuando se supone que llegaría el famoso descanso del héroe, y tras haber formado una familia con Medea hijos incluidos, Jasón decide repudiarla y pedir la mano de Creusa.

Humillada y celosa por la perdida de su marido a manos de la hija del rey de Corinto, los peores instintos de Medea salen a la superficie.

El mito y el síndrome de Medea

Es en este momento, cuando cegada antepone la venganza a su marido a sus propios hijos, sacrificándolos.

Existen de dos racionalizaciones de la actitud de Medea.

La primera dice que intento cortar toda tipo de vinculo con Jason en un ataque de locura. La segunda sugiere que simplemente buscaba hacer el mayor daño posible.

A día de hoy y basándose en el mito, se habla del síndrome de Medea cuando un progenitor se propone hacer daño a su progenie. El daño puede ser físico o fisiológico, lo importante es el motivo, castiga un comportamiento del otro progenitor que considera injusto.

Este síndrome tiene la particularidad de que no tiene genero, es decir, puede ser ejercido por ambos progenitores. Lo importante, es la función de este daño a sus hijos, una suerte de castigo al progenitor.

breadcrumbing

Breadcrumbing: El perro del hortelano 2.0

Las redes sociales con Instagram a la cabeza han generado una ingente cantidad de vocablo, que a marchas forzadas, vamos introduciendo en nuestra vida cotidiana.

Gran parte de estas nuevas palabras -fundamentalmente términos anglosajones- ya se encontraban con su equivalente en la sabiduría popular, sobre todo las relativas a las relaciones amorosas.

Hoy vamos a hablar del breadcrumbing que tiene su equivalente en nuestro refranero, ese que ni come, ni deja comer.

Breadcrumbing más allá del ghosting.

Imaginemos la situación, hoy has conocido a un chic@ que te ha parecido interesante en un sitio cualquiera de internet. El chic@ además de interesante parece interesado en ti, así que, os intercambiáis los números de whatsapp.

Hasta aquí nada anormal de una relación 2.0, que no haya adelantado hace años la película de Meg Ryan tienes un email. Todo se desarrolla con normalidad, te da los buenos días, te manda fotos de su trabajo, te pregunta por tu día.

Las conversaciones se hacen más frecuentes hasta que un día, decides que es el momento de dar el paso, y mandas eso de…

¿Cine, cena y lo que surja este viernes?

La respuesta tarda en llegar, y te temes lo peor, quizás podías haber planteado de otra forma la invitación, o quizás no le gusta la película. Un par de horas después se despeja la duda, este viernes, justo no puede quedar.

La respuesta la catalogas de extraña pero no extraordinaria, sobre todo, porque la relación continua en el mismo punto en el que estaba. Varias conversaciones intrascendentes más, y decides que igual el día era el problema.

¿Cine, cena o lo que surja este sábado o cualquier otro día que te venga bien… que tengo disponibilidad? -guiño, guiño, beso, beso, abrazo, guiño, guiño, icono bailando sevillanas-.

Estás segur@ de haber cubierto todos y cada uno de los flancos, hora, día, película, hasta has sugerido que el cine tampoco era importante o quizás no… Nuevamente dos horas más tarde:

Creo que mi madre no se encuentra bien, así que me iré al pueblo con ella unos días, en cuanto este mejor, hay plan -icono sevillanas, abrazo, abrazo-.

En este momento la situación empieza a oler a situaciones pasadas, ya te han hecho ghosting alguna vez pero… esta vez antes de conoceros, has batido un nuevo récord, algo, debes haber hecho mal y no entiendes el que.

O quizás todo sea zemblanidad porque ese mismo fin de semana, te confiesa a las tantas de la madrugada, que cambiaria cualquier cosa por haber aceptado tu plan. Eso es arrepentimiento, las sevillanas nunca fallan, el próximo fin de semana…

El próximo fin de semana la historia se repite en una suerte de persecución sacada de un episodio de el Coyote y el Correcaminos.

Descubres que tus frases «marca acme» sutiles, indirectas cuando no directas y sin tapujos han dejado de funcionar. Las excusas son variopintas, y cuanto más se insiste, más se espacian los contactos, pero siempre siguen ahí.

Aunque parezca un buen argumento para un novela de una lampiña Berta Coqueta, lo cierto, es que es una situación muy real. Como reales, son los efectos negativos que este tipo de relación causa.

Los motivos por los que este tipo de comportamiento logra engancharnos, forman parte de la psicología básica. El refuerzo intermitente fue estudiado por Pávlov y precisamente, venía a demostrar que una recompensa dada de manera no continuada contribuía a reforzar un patrón de comportamiento.

Dicho de otra manera, prestarnos atención sólo en algunos momentos, mientras nos obvia en otros… consigue tenernos pendientes de la relación. Manipulación en estado puro.

Los estudios determinan que este tipo de personas, no tienen intención de comprometerse a medio o largo plazo, además sus intenciones pueden ser muy diversas.

Existe un nuevo patrón de «Don Juan» digital que busca satisfacer su ego, mostrándose a sí mismo que mantiene sus dotes de seducción al día, mientras que comparte su vida con su doña Inés particular desde hace décadas.

También existen los denominados estafadores del amor, cuyas intenciones son algo más espurias. Lo cierto es que por nuestra salud mental, lo mejor, es escapar cuanto antes de esta telaraña.

O como diría cualquiera de nuestras abuelas, cuidarse el perro del hortelano, que ni come, ni deja comer.

Necesitas un psicólogo online en Madrid cuéntame tu caso y hablamos.

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Hablemos de la terapia de pareja

Hablemos de la terapia de pareja

La terapia de pareja es un tipo de psicoterapia diseñada para mejorar la comunicación y abordar los problemas que afectan una relación romántica. Es un proceso que involucra a ambos cónyuges en sesiones conjuntas o individuales con profesionales en la materia.

El objetivo de la terapia de pareja es ayudar a ambos miembros de la pareja a comprender mejor sus necesidades, expectativas, emociones y comportamientos, y las necesidades, expectativas, emociones y comportamientos de la otra persona. De esta forma se fomenta el diálogo, el respeto, la confianza y el apoyo mutuo. Además, se perfeccionan las habilidades de manejo de conflictos, negociación de diferencias y toma de decisiones compartidas.

La terapia de pareja es útil para cualquier tipo de relación, independientemente de su duración, orientación sexual o estatus legal. Sin embargo, existen algunos síntomas que pueden indicar la facilidad para recurrir a este recurso:

Producción

Falta de comunicación o comunicación negativa: Cuando se evita hablar o se recurre a la culpa, la crítica o el desprecio. Pérdida de afecto o libido: Cuando te sientes frío, indiferente o repulsivo hacia la otra persona. Infidelidad o celos: Cuando la confianza se rompe o las sospechas infundadas crean malestar e inseguridades. Dificultad para conciliar necesidades personales y compartidas: cuando existe un desequilibrio entre el espacio personal y el espacio público. Problemas por factores externos: como el estrés laboral, los hijos, la familia política o una crisis importante. La duración y frecuencia del tratamiento depende del tipo y gravedad de los problemas que tenga cada pareja. En términos generales, se recomienda ir lo antes posible para evitar una escalada o conflictos a largo plazo. También es importante mantener una actitud abierta y colaboradora durante este proceso.

La terapia de pareja no garantiza que todas las relaciones se salven o que todas deban salvarse. A veces, el divorcio puede ser más beneficioso si no hay posibilidad de restablecer el bienestar mutuo. En cualquier caso, lo más importante es buscar siempre lo mejor para ti y para el otro.

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