el mito de sisifo

Sisifemia un nuevo trastorno laboral.

No sabemos con claridad el motivo por el que los dioses enviaron a Tánatos a escoltar a Sísifo hasta el inframundo, pero lo cierto es que tras esto, hay una gran aventura.

Sísifo fue el fundador de Corintio, y era muy conocido por su limpieza, cuando Tánatos fue enviado a recogerlo -por orden de Zeus o Hades algo que no esta claro en este mito- consigue engañarlo -es decir a la mismísima muerte- poniéndole una suerte de grilletes.

Así que, como consecuencia y hasta la operación de salvamento ejecutada por el mismísimo dios de la guerra Ares, no murió nadie en la tierra, con el rescate, Ares además se llevo a Sísifo y lo puso bajo su mismísima vigilancia en el inframundo.

En una nueva argucia, Sísifo dio instrucciones a su esposa para que a su muerte, no sacrificará animal alguno -como era costumbre-, esto le sirvió para a su llegada al inframundo plantear una queja ante el mismísimo Hades, pidiéndole que le permitiera regresar para castigar a su esposa por su «falta de diligencia» a la hora de cumplir con los ritos.

Una vez de nuevo en Corinto, no se le ocurrió otra cosa que rehusar volver al inframundo y cuenta el mito que murió de anciano en Corinto.

A la vuelta al inframundo esta vez por causas naturales -las muerte esta tan segura de su victoria que nos da una vida de ventaja-, Sísifo fue obligado a cumplir su castigo.

El castigo de Sísifo -descrito en la Odisea- era empujar una piedra por la ladera de una enorme montaña, una vez que estaba cerca de la cima, Sísifo tenía que volver a empezar el trabajo, ya que la piedra rodaba colina abajo repentinamente, así para toda la eternidad.

Usando un símil con el trabajo perpetuo de Sísifo, nos encontramos con un nuevo termino descrito recientemente, la sisifemia.

La sisifemia se refiere a la obsesión, generalmente derivada de la ambición en nuestro puesto de trabajo, que nos instala en el perfeccionismos y en la autoexigencia, con unas consecuencias devastadoras en nuestra salud mental.

El médico José Manuel Vicente, director de la Cátedra de Medicina Evaluadora Pericial de la Universidad Católica San Antonio de Murcia (UCAM), lo describe como esa necesidad obsesiva de hacerlo todo bien en nuestro trabajo.

La sisifemia es consecuencia del estado físico derivado de unos objetivos inalcanzables, independientemente de que estos sean puestos por la empresa o por el mismo trabajador.

Aquel que padece este trastorno alarga las horas de trabajo, difícilmente se distancia del mismo y por ejemplo, duerme muy poco por culpa del estrés.

Al no dormir bien, su estado físico y mental no es el adecuado, por tanto, difícilmente puede rendir adecuadamente, completando un circulo autodestructivo, es decir, como Sísifo, se pasa todo el día intentando empujar una pesada roca, que siempre al llegar a la cumbre de la montaña, se desliza ladera abajo para comenzar.

Es importante mantener una relación sana con el trabajo, buscar un equilibrio correcto, cuidar el descanso y sobre todo, conseguir alejarnos mentalmente del mismo al terminar la jornada laboral, con ello, conseguiremos, o al menos paliaremos, muchas de las consecuencias psicológicas del entorno laboral actual, caracterizado por la autoexigencia y altas dosis de estrés.

el síndrome de ulises

Así es el síndrome de Ulises

Si Stan Lee hubiera nacido en la la Grecia Clásica probablemente se llamaría Homero, y es más que probable que su Spider-Man se llamara Odiseo o Ulises como es más conocido.

Aunque Ulises aparece en la Ilíada su historia es contada en La Odisea y aunque desde que se escribió en el Siglo VIII A.C. han surgido héroes o anti héroes por doquier, lo cierto, es que el viaje de Ulises ha seguido encandilando a propios y extraños, siendo un libro que hoy aún sigue siendo actual.

Le Odisea nos cuenta el viaje de Ulises en su regreso a casa para encontrarse con su mujer Penélope y su hijo Telémaco, inicialmente el viaje en barco no debía demorarse más de un mes, sin embargo, vicisitudes del destino -isla de Calipso incluida- el viaje se alarga nada más y nada menos que diez años.

Concretamente ese viaje o más bien su duración, es el motivo por el que nuestro héroe mitológico tiene su propio síndrome, y es que no se puede tomar a la ligera el impacto psicológico que produce en las personas emigrar a otro país.

Asumiendo que este tipo de decisiones suponen un giro radical en la forma de vida de las personas y fundamentalmente en sus costumbres, normalmente se suele cercenar la red familiar -separados por miles de kilómetros-, está red en los países mediterráneos, es la gran responsable de nuestra particular resiliencia

El impacto por supuesto no es igual en todas las personas, pero en algunos casos suele presentarse un cuadro dominado por la ansiedad y el estrés crónico.

El psiquíatra Joseba Achotegui hace algunos años lo denomino Síndrome de Ulises, buscando una analogía entre las adversidades que el héroe por excelencia de los griegos -con permiso de Hércules y Perseo- había sufrido en su extenuante viaje.

Decía Achotegui que el principal culpable de esta situación es el choque cultural y socioeconómico que se encontraba la familia migrante en el país de destino, además explicaba que el principal síntoma psicológico es la nostalgia y la tristeza.

Entre los físicos destaca la irritabilidad, dolor de cabeza, nerviosismo etc. y planteaba que la mejor manera de afrontar este síntoma, es un suerte del acompañamiento psicológico, con el que dotar de herramientas al paciente para afrontar las situaciones difíciles de la vida, haciendo especial hincapié en ayudar a la integración positiva dentro del país receptor.

El Síndrome de Ulises necesita además que este cuadro perdure al menos durante tres meses, ya que, como dirían los gallegos, hasta cierto punto, la morriña es algo normal.

el síndrome de la cenicienta

¿Los niños dicen siempre la verdad? El Síndrome de Cenicienta

Una de las falsas creencias que más instaladas están en el subconsciente colectivo es la que se refiere al título del post de hoy, los niños descubramos rápido el misterio, sí, mienten.

Lo más curioso de este dato es que no es ningún secreto, cualquier padre puede confirmar esta aseveración, los niños mienten y además suelen hacerlo bastante a menudo.

Por supuesto, la generalización no es buena en ningún caso, cada niño tiene su mundo interior -algo que es fantástico- diferente al resto, y además, existen distintos grados en eso que llamamos mentiras, y en la mayoría de los casos, están carentes de ese punto de «maldad» que en muchas ocasiones le añaden los adultos.

Más allá de lo que podemos catalogar como comportamiento normal llegan las patologías, una de las más curiosas lleva nombre película de animación, hoy os hablamos de el Síndrome de la Cenicienta.

El síndrome de la Cenicienta se relaciona con las falsas acusaciones del menor hacía la pareja de uno de los progenitores, normalmente se refieren a falsos casos de abuso o maltrato.

Aunque algunas veces esas acusaciones pueden ser un indicador de un caso real de maltrato, en gran parte de los casos están directamente relacionadas con sentimientos negativos hacía la nueva pareja del padre o la madre, la madrastra, muchos autores atribuyen este comportamiento con una idealización de la madre biológica.

Ya sea una forma de llamar la atención del progenitor biológico o consecuencia de una rivalidad extrema entre los hermanos, lo cierto es que genera en gran parte de los casos una rotura en la pareja.